Texto: Sol Dellepiane A.
Fotos: Francisco Peralta Ramos
Hay obras de arquitecturaque constituyen una experiencia sensorial. Por su entorno en la mismísima orilla de la Laguna Garzón –un ecosistema compuesto por flora natural y un catálogo de aves autóctonas que atrae a birdwatchers del mundo entero– pero también por como fue trazada, esta casa pertenece a dicha categoría.
Se trata de la décima de su propietaria en su vida independiente, de la segunda en la costa uruguaya encomendada por ella a Mario Connío, un habitué de Punta del Este que vive la mayor parte del año en España. Se da aquí el encuentro entre el gusto definido, exquisito y exigente de una clienta y la implacable pasión por el detalle y la calidad de un arquitecto. Con una feliz experiencia previa, un terreno en el paraíso y un presupuesto holgado para invertir en materiales nobles, terminaciones finas y metros que aportan la inefable suntuosidad del espacio, la combinación redundó en un proyecto de excepción.

La decoración siguió el Leit Motiv curvo de la arquitectura. Un Sisley de herencia familiar preside el ambiente.

En la galería se instaló un gran living exterior que puede cerrarse virtualmente mediante cortinas de mimbre enrolladas generando diversas situaciones.

Los principales elementos del comedor son una espectacular mesa de madera redonda diseñada por el arquitecto Connío, sillas de rattan traídas desde China y un cuadro de Gonzálo Papantonakis sobre una partitura musical de Rachmaninov.